Mucha gente puede hacerse la pregunta de cómo se celebra la Navidad en Cuba, un país nominalmente comunista y antiestadounidense. ¿Hay belenes en las plazas de los municipios cubanos? ¿Se deja ver Santa Claus trepando por alguna chimenea?

La respuesta es negativa: no hay ni belenes ni Santa Claus en el espacio público de Cuba. Solamente en los hogares y establecimientos privados asoma algún sombrío árbol de Navidad.

Por lo que respecta a los establecimientos públicos, sucede que mesas cojas y paredes desconchadas languidecen sin más decoración que roñosos retratos de Fidel Castro y el Ché Guevara, apóstoles de la bienaventuranza.  

¿Y qué decir de los regalos? Pues lo cierto es que el deprimente estado de la economía cubana no invita a salir de compras y hacer acopio de mercadería para la familia y los amigos.

Nada de cenas opíparas, nada de frenéticas bandadas de niños estrenando sus juguetes en el parque a primera hora de la mañana.  

Los cubanos que se alimentaron a base de frijoles en el curso del año, dichosos ellos, lo seguirán haciendo en estas fechas.

Con todo y por encima de todo, los cubanos festejan a su manera la Navidad. Llevan haciéndolo, algo es algo, desde 1997, cuando Fidel Castro decretó día festivo el 25 de Diciembre en reconocimiento por la visita de Juan Pablo II a la isla.

Written by Cesar

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